Luego de la devaluación magnitud-100 que sufrió el país este año, ¿sigue siendo conveniente cruzar los Andes para ir de compras a Santiago?
Durante un par de años, Santiago de Chile fue para los argentinos la sucursal transandina de Miami Inc. Se convirtió en un destino de compras masivas gracias a precios que durante largo tiempo fueron una ganga, y también porque era una especie de Amazon de cemento y vidrio donde se conseguía todo lo que de este lado de las montañas era más bien escaso –cuando no imposible– de conseguir, fueran marcas o productos.
H&M vs. Sernatur
Es cierto que con los años los precios subieron poco a poco del lado chileno, pero hasta la devaluación de mediados de año la diferencia siempre fue lo suficientemente llamativa e importante como para justificar y hacer diferencia con los costos del viaje y de la estadía allá.
Esta modalidad de turismo –“déme dos, tres y hasta cuatro”– explotó entre 2013 y 2015, cuando los malls chilenos se vieron literalmente invadidos por compradores argentinos que no podían creer los precios que veían marcados sobre las etiquetas.
Santiago se convirtió así en el shopping más austral de Miami: es más cercano, más barato en cuanto a pasajes y se va por menos días.
El viaje de compras a Chile se instaló en las mentes y hasta se organizaron salidas “barriales”, desde muchas localidades y ciudades, viajando el viernes por la tarde y regresando el domingo. Entre viaje y viaje, quedaba apenas un día de estadía en la capital transandina, lo suficiente para llenar valijas. Esencialmente con ropa y zapatos.
Fue la época en que se veían decenas y decenas de familias argentinas por los pasillos de los centros comerciales, entrando y saliendo de los locales. Fue la época en que la tienda H&M atrajo tantos –sino más– visitantes argentinos a Chile que el Sernatur, el organismo oficial local de promoción del turismo.
Vuelos baratos, precios altos
Nada dura para siempre… Todavía hay argentinos en el Costanera, el Parque Arauco y los demás centros comerciales de Santiago, pero son apenas un pequeño número. Y los vendedores les preguntan “qué es lo que pasa en la Argentina”. Sus caras reflejan preocupación. Navidad será magra para ellos este año: las ventas se desmoronaron, los objetivos no se cumplirán –porque además se establecen sobre los altos pisos fijados en años anteriores por la fiebre de compras– y cuentan que sus sueldos caerán a pique.
Sin embargo, nunca fue tan económico viajar a Santiago, con la proliferación de las compañías y la baja de las tarifas. Pero no alcanza. Porque desde principio de año, la Argentina fue el país más golpeado por la devaluación entre todas las economías emergentes del mundo.
El valor del peso es apenas la mitad de lo que era el año pasado; se depreció más del 100%. El otro colapso monetario del año lo vivió Turquía, con un 75%. Las demás monedas sufrieron pero no tanto: -15% en Rusia, -10% en Indonesia y la India y un poco menos en Sudáfrica.
Volviendo a lo prosaico: todavía se ven grupos de amigas embarcar los viernes por la mañana hacia Santiago, pero ya no es como antes.
La pregunta del millón
Entonces, ¿sigue siendo conveniente viajar a Chile para comprar? La respuesta podría ser NS/NC. O mejor: “Depende para qué y, sobre todo, cómo”.
Hay rubros que se volvieron claramente más caros, cuando no muy caros, como la comida en un restaurante. El costo del alojamiento también hiere más al bolsillo. Pero la ropa sigue siendo más barata, sobre todo cuando se aplican rebajas y promociones (Santiago en esto también es una buena alumna de Miami).
Las tiendas como H&M siguen haciendo una diferencia –aunque achicada–. Los supermercados también. Y sigue habiendo abundancia de productos, marcas, talles, versiones y modelos. Se nota sobre todo cuando se compara una góndola de allá con las de aquí, donde es habitual ver por metros el mismo y único producto. Aunque no sea posible hacer la compra de la semana, los precios indican que sigue siendo más barato llenar el chango del otro lado de los Andes. Por esta razón conviene alquilar un departamento cuando se viaje allá, para cocinarse uno mismo en lugar de salir a comer.
Entre los precios que sí y los precios que no, el viaje de compras a Santiago se está convirtiendo en una salida de lujo, para traer un poco de lo esencial a mejor precio y un poco de lo superfluo que aquí sigue sin aparecer. Pero no sólo es cuestión de tickets en un viaje. Y, por suerte, Santiago tiene mucho más que compras para atraer visitantes
Fuente: Voy de viaje
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